Filetes de lomo de cerdo con garbanzos o viceversa
Salvo que tenga algún compromiso, suelo almorzar sola de lunes a viernes y mi comida consiste en una bolsa de lechugas variadas, que abro, pongo en una fuente, añado dos cucharadas (ni más ni menos) de aceite de oliva, un poco de pimienta blanca y listo. Cómo veréis no me complico la vida y estaría encantada de que saliera una píldora que sustituyera la comida. Esto vale para comer sola. Una de las cosas que más me gustan es salir a comer o cenar con gente, pero eso ya es otra historia.
El otro día vino una amiga a casa bien temprano para ver unas cosas en internet y se alargó tanto el asunto que llegó la hora de comer, así que me vi en la obligación de ofrecerle algo tenía pocas ganas de salir fuera, y la verdad es que mi despensa estaba más bien desabastecida. Miré en el congelador y vi un paquetito con unos 8 filetes de cerdo no muy gordos.
Miré en la despensa y vi un frasco de garbanzos ya cocidos y un bote de tomate frito, el que veis en la foto, y que siempre tengo porque es el mejor que hay en el mercado. Se ve encendió la lucecita y dije ya está.
En una cazuela pequeña puse la salsa de tomate y ½ vaso escaso de agua. Añadí los lomos de cerdo sin descongelar, una pastilla de caldo de carne, unas hojitas de laurel, los garbanzos bien escurridos y “lavados” con agua y un poco de pimienta blanca.
Dejé cocer todo a fuego muy lento hasta que vi que se habían descongelado los lomos de cerdo. Subí la temperatura. Dejé hervir 5 minutos y voilá, un plato buenísimo del que no quedó nada e incluso rebañamos (con pan de molde) la salsa que había sobrado. El platillo estaba buenísimo, os lo aseguro.
Una copita de vino tinto, fruta de postre y un café. Mi amiga creyó que ya lo tenía todo pensado y no quise sacarla del error ¿para qué?.
Creo que a veces nos complicamos demasiado la vida ¿no?.